PUEBLO NUBIO - EL CAIRO
Hoy ha tocado hacer maletas para ir a EL CAIRO (entregadas
antes de las 8 – te las recogen). Como el vuelo sale a las 14 h. hemos
aprovechado para hacer un paseo en FALÚA. Son barcos típicos de vela y sin el
ruido del motor te permite hacer un paseo agradable (todo depende del día).
Nosotros tuvimos un día soleado y sin viento, ni calor.
Durante el paseo uno de los marineros nos cantó un par de
canciones, que nos animaron a todos y cuyo objetivo ya se sabe conseguir una
propina. Además de ofrecernos sus obras de artesanía. Creo que se ganó la
propina. Recuerdo suyo es la CRUZ DE LA VIDA que tenemos en casa. No es
perfecta, pero se nota que está hecha a mano.
Después en
lancha nos llevaron a visitar EL PUEBLO NUBIO. Previamente habíamos acordado
esta visita OPTATIVA que incluía: llegada en camello, visita a una casa nubia,
dulces y bebidas típicas, tatuajes de henna y paseo.
El pueblo
está al lado de unas dunas, donde nos esperan con los camellos y todo lo que
conlleva montar en estos animales, que son auténticos andamios que se levantan
y se acachan metiéndote un poco de miedo en el cuerpo. Ya sabes los camelleros,
son jovencitos que se ofrecen enseguida a hacerte la correspondiente foto y
esperando la correspondiente propina.
El pueblo es
un auténtico mercado, donde te ofrecen lo mismo que en otros salvo alguna
cosilla de identidad propia, como son las muñecas nubias. Y durante todo el
trayecto los niños se te pegan y te acosan pidiéndote de todo: comida,
bolígrafos, pintalabios, regalos y naturalmente dinero. Si te abstraes de ese
acoso y de la suciedad que ya nos vienen acompañando durante todo el viaje,
podemos decir que tiene su punto. Especialmente el color y la decoración de las
casas y de los bares y tiendas. En el fondo pasamos una mañana bastante
agradable.
Regresamos al
barco, en nuestra lancha y la verdad es que si el día es bueno (nosotros lo
tuvimos) el recorrido es muy agradable. Los amantes de las aves pueden
disfrutar de la compañía de garzas y garcetas.
En el barco
recogimos el pícnic y al autobús camino del aeropuerto. El vuelo dura una hora
aproximadamente.
Como el
tráfico en el Cairo es una jungla (verlo es un complemento de la visita),
repartir a la gente en los hoteles nos haría perder la tarde entera. Por eso
iniciamos lo que la agencia llama LA NOCHE CAIROTA, desde el aeropuerto.
La visita
panorámica de la CIUDAD DE LOS MUERTOS se hace desde el propio autobús y si
bien no se percibe con claridad, te lo puedes imaginar. No creo que vivan peor
que otros, pero la diferencia es que lo hacen en los panteones funerarios que
les alquilan los dueños de estos.
Con un
tráfico que funciona a base de claxon, a ver quien mete el morro antes, donde
tres carriles se transforman en cinco y donde no hay semáforos, recorrer un
kilómetro tiene un tiempo imprevisible.
Después tuvimos nuestro primer contacto peatonal con EL
CAIRO. Hicimos el recorrido de la calle All-Muezz, también llamada calle de LAS
MEZQUITAS y una de las más antiguas. Estaba tan llena, no de turistas sino de
egipcios y fundamentalmente jovencitos (pues esta época es de vacaciones
escolares) que no la pudimos disfrutar o es imposible disfrutarla, como nosotros
entendemos el callejeo turístico o es que no entendemos que ellos viven allí y
viven y se divierten así. A esto hay que unir que entre la gente se mueven
motocicletas, carros de vendedores, que se abren paso a golpe de claxon o de
voces. TODO NORMAL o hay que verlo con normalidad y evidentemente te cuesta.
Otra de las sensaciones que puedes llegar a experimentar es
que crees que puedes perderte o perder a tu grupo, pero lo tienen controlado el
guía delante abriendo el paso y otro representante detrás por si alguien se
despista.
Lo cierto es
que durante el recorrido, salvo los vendedores que intentan llamar tu atención
el resto de la gente va a lo suyo.
Creo que esta
calle que visitamos de noche, merece la pena visitarla de día y así poder
apreciar las distintas mezquitas que hay a lo largo de ella, su arquitectura y
distribución. Por la noche pierde bastante.
La calle nos
llevó a una plaza, donde parten las calles del Bazar del Khan el Khalili,
estaba abarrotá, con vendedores ofreciendo de todo, bares con sus terrazas
cuyas sillas se parecen a las bancas que antiguamente tenían nuestros abuelos.
En uno de ellos paramos para tomar una bebida y de paso recibir las ofertas mas
variadas: pañuelos, pulseras de plata, alabastros, …..niños pidiéndote algo,
limpiabotas…… Hay que entenderlo como algo normal y no agobiarte. Como decía
nuestro guía “Es así”.
Recogida en autobús, que
se tuvo que abrir paso, para nuestro asombro, entre todos los peatones del
bazar para llevarnos al restaurante para cenar al lado del Nilo. De camino pudimos ver
desde el autobús calles donde se sitúa el llamado MERCADO EGIPCIO
(inimaginable: calles llenas de puestos ambulantes y miles de personas
pululando a su alrededor). En El Cairo viven cerca de 25 millones de personas.
El
restaurante está situado en una zona VIP, y es cierto, al lado del Nilo. Pero
demasiado moderno para nuestro gusto y no pudimos cenar en la terraza pues
hacía frío a esa hora y en la época que nosotros fuimos. La cena no fue típica
egipcia, y más bien floja o bastante floja para lo que esperábamos.
Regreso al
hotel, sufriendo en tráfico típico y a descansar.
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